La Luna
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La luna es poesía. Y lo es desde el comienzo de la humanidad. Salvo la luna, o los cometas cuando están de paso, todos los objetos celestes están tan lejos que son apenas puntos de luz en el cielo. Nuestro satélite es más que eso. La combinación entre su tamaño y la distancia que nos separa nos permite ver algo más que un punto: nos permite distinguir detalles al ojo desnudo en su disco gris: zonas oscuras o maria (los antiguos astrónomos pensaban que eran mares); zonas claras o terrae (antaño, supuestos continentes). Tan sólo nuestro Sol, que con su brillo nos permite verla, llega a aparecer a nuestros ojos con un tamaño similar. Pero esto es casualidad, puesto que la luna no siempre estuvo a esta distancia y, hace mucho tiempo, tapaba del todo al Sol durante los eclipses. Dentro de algún tiempo, no será capaz de hacerlo, porque las mareas de la Tierra la alejan de nosotros lentamente. Es ese suspiro temporal aquel en el que vivimos actualmente. Nuestra generación es la primera desde ...